martes, 30 de enero de 2018

Viaja.

Miedos previos. Dudas varias y ganas que sobresalen.
Ropa sobre la cama, valija abierta, mapa en los bolsillos. Boleto de tren o de avión y puertas de embarque. Muchas ganas.
Lugares nuevos, playas vírgenes, arena blanca y salados mares. Crema de sol. Pelo mojado en la cara, campos de olas, sol ardiente, que quema, hasta que decide esconderse al atardecer. Lugares inolvidables. Montañas imponentes, sudor en la frente y sabor a cima alcanzada. Barro en las zapatillas, carpas, bolsas de dormir y techos de estrellas. Celulares sin señal. Una guitarra (o ukelele), una fogata, risas, cerveza e historias de terror. Que miedo no poder vivir algo así.
Pueblos escondidos, calles de piedra, flores en los balcones, saludos de desconocidos y hogareños. Olor a hierba, a lluvia, y a chocolate caliente. Ciudades nuevas, monumentos históricos, calles de asfalto ardiente y manadas de gente a las apuradas. Y muchas fotos. Nunca son suficientes para el álbum de los recuerdos. Manteles blancos, flor en la mesa y una botella de vino en un rincón. Conocer a todos los que viven ahí (vaya uno saber donde sera ahí) a través de su comer. Chupito tras el café o café tras el chupito. 
Noches de hoteles, hostel o bolsas de dormir. Noches de salas de espera, noches en vela. Vagones, asientos de micros y no autobus, eso no es para un argentino. Carreras a la estación. Mucho sueño y sueños cumplidos. Noches de vuelta a casa. Jet lag y vuelos low cost. Duchas frías, desarmar valijas, planes para un "próximamente". Todas y cada una de las sensaciones que produce viajar no pueden describirse con palabras. Por eso tenes (tengo) que vivirlas. Hay un mundo ahí fuera, que te está esperando, que se muere por conocerte. 
Hay un mundo ahí afuera, que estoy esperando, que me muero por conocer.
Viaja, vive, disfruta, y no olvides. No te conformes, pregunta, observa. Conoce. Sumérgete en lo desconocido. 

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