lunes, 6 de noviembre de 2017

Crecí.

Lo decidiste de un día para otro. Así, calladito, como solías hacer todo. Pasando desapercibido. Incluso hasta para mí. Todo de manera unilateral. Nada de salir por la puerta de delante. Nada de hacer las cosas medianamente bien. Decidiste huir, cual cobarde, por la puerta de atrás. Por qué se supone que uno es siempre el último en enterarse de lo que pasa. Y te fuiste así, calladito. Nada que ver con cómo entraste en mi vida. Poniendo todo patas arriba. Desordenándolo todo en mi ya desordenado universo. Y el caos. Y otra vez caos. Ese caos se fue con vos. Se ha ido por la puerta de atrás, sin hacer ruido y con excusas de por medio. Las excusas, y probablemente la conciencia, que pesa sobre como una losa de mil toneladas. De ahí que lo hicieras con la cabeza gacha.
No te creo nada. 
Perdona que sea tan directo, pero es que es así. Dicen que la verdad duele. Que a veces la verdad se clava como un puñal en el corazón. Y en el alma. Antes me preguntaba quién o que (te) detonó la bomba. Pero bien, ahora solo pienso en reconstruir todo lo dañado. Y no sé, ya no sé qué hizo que todo en mi explotara. Que quisiera escapar, que cambiara de repente. Volatilidad de sentimientos. Permíteme decirte que no, que no soy tan tonto como creíste. Por qué. Por qué. Por qué. Cuántas veces me hice la misma pregunta. Cuántas veces me rompí la cabeza buscando un por qué a este rompecabezas que creo que nunca va a encontrar la ficha que falta. Y no porque no lo haya intentado. Sí, pero no. Sí. No. Sí. No. Sí. No.
No lo entiendo. Y sigo sin entender, a pesar de haberlo intentado. A veces te odio, a veces quisiera gritarte a la cara el daño que me has hecho. Que todo este tiempo me he sentido defraudado y decepcionado por saber que deje que  me invadieras. Lo imbécil que me siento por ser el último en enterarme. Me encantaría gritarte a la cara que ahora puedo ser fuerte. Que soy fuerte. Que  no todo lo que ves es pura fachada, que a veces estoy jodido por dentro, pero que son mas las veces que no. Que te has llevado un pedazo de mi alma y medio de mi ser, y que  corría por mis venas como si fuera una droga de las buenas.
Me cambiaron de la peor de las maneras.
¿Saben qué?  Seguramente pasarán días, semanas, meses o incluso años. Y un día, sin saber por qué, quizá me los vuelva a cruzar un día cualquiera, y vuelva a caer. Pero no va a importar porque aprendí a como tener que sobrellevarlos. Porque aprendí a como tratar con el miedo, la culpa y el dolor.
Crecí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario