lunes, 11 de junio de 2018

Cori.

Con jeites de fondo y café de por medio me dio por hablarte.

No voy a tardar mucho, tan solo unos minutos. Tampoco creo que vaya a ser muy extenso, tan solo algunas palabras. De todos modos los dos sabemos: uno sabe cuando comienza pero no cuando termina.

Bueno, ahora, ¿Como comienzo? No lo se. Por lo general expreso bastante bien las cosas pero realmente hoy me esta costando bastante. Quizás sea por el hecho de que por primera vez te hablo desde otro punto de vista, parado desde otro lado. Desde otro sentimiento.
Quizás por que crecí y uno al crecer empieza a comprende ciertas cosas. Quizás por que realmente empece a creer en que las cosas suceden por algo. Empece a creer en el poder del aprendizaje y en la capacidad individual de quedarnos solo con aquello que nos aporta algo, que nos enriquece por uno y otro motivo. Por eso, hoy, te pienso desde otro yo. 
Con un alma limpia, sin manchas. Pura y sana de eso que tanto daño le hacia. Con un corazón floreciente como una rosa. Con una mochila vacía. No, mejor aun, sin esa mochila.
Y la verdad que si, lo reconozco, pienso en vos cada tanto, tampoco demasiado y cada vez menos, pero lo hago. Sin demasiadas pretensiones y en los momentos mas raros. Generando nada mas que una pequeña sonrisa. Por que así te recuerdo ahora, con la sonrisa mas pura y genuina que tengo.
Con la sonrisa mas pura y  el firme pensamiento de que cada una de las personas que se nos cruzan en nuestras vidas tienen algo que enseñarnos, tienen algo que aportarnos y, por eso, sólo por eso, debemos dar las gracias.

Todo fue una mierda. Lo que pasaste y todo lo que se sufrió. El dolor que se genero y  las almas que se rompieron. Odio que perduro y, sobre todo, personas que ya no son las mismas. Por todo eso y mas hoy, después de casi 4 años, digo gracias. Ojo, que no se malinterprete, no agradezco todo lo que paso sino todo lo que aprendí y logre crecer.