viernes, 16 de junio de 2017

Llega.


No se por donde empezar.  
No sé en qué momento empecé a adorar el blanco y negro. No sé cuándo murió el miedoso y nació el kamikaze que se lanza a materializar sus sueños sin pensar si fracasará o si todo se quedará en un intento, en una prueba o en un simple error. Si se que es comienza recién ahora. Se que recién comience a sentirme liberado el jueves 15 de julio. 
No sé cuándo decidí dejar de escribir a algo roto, a algo caduco, a algo sin sentido. No sé cuál fue el momento exacto en que lo entero le ganó la partida a lo vacío. No recuerdo qué hizo clic o qué no, qué sobró o qué faltó, qué provocó que las ganas de sol pudieran con tantos días de lluvia. Supongo que algunos lo llaman valor. Yo creo que prefiero llamarlo amor propio. 
Y el caso es que ya no me acuerdo. Ya no me acuerdo de lo tenso, de lo difícil, de las contracturas de corazón de tanto latir a destiempo. Todo eso no sé donde yace. Tal vez lo encuentren de aquí a mil años cuando alguien con casco y linterna excave en busca de nuestros huesos, cuando hallen los restos de los putos momentos, cuando hallen los miedos que nos hacían sufrir. Tal vez. O puede que no. Puede que no se trate de un yacimiento arqueológico, sino de otra cosa. Puede que haya un lugar al que van las historias que murieron, así como un cementerio de corazones con muletas, con cicatrices de las balas que impactaron en su corteza, con la voz enganchada al pasado y la mirada puesta en ninguna parte. Tal vez exista ese lugar, pero será mejor no saberlo, será mejor hacer como que esas cosas no pasan, como el que gira la cara a la muerte o a la miseria. 
Alivio? no se.  
Aun así, sea como sea, ya no me preocupa donde queda ese fragmento de dolor, ese sangrado puntual, ese golpe seco que hizo enmudecer. Solo sé que ya no está. Y con eso, basta 
.Solo sé que el pasado queda donde ha de quedar y que guarda consigo a quienes han de permanecer ausentes, fuera de linea, sin batería. Solo sé que todo lo que pasa es porque tiene que pasar. Que el universo es sabio, tan sabio que nunca te pone en la vida nada que no puedas soportar. Eso me enseño mi mejor amiga.  
Ya no sé dónde queda la ansiedad, el no saber, el querer pegar los pies al tiempo y el corazón a la incertidumbre del no saber. En lo imposible o posible. Ya no sé dónde queda el lugar para resguardarme y llorar solo, el pañuelo en la mesita, el libro de llorar. Ya no sé. Ya no me acuerdo. La memoria sabe trabajar bien cuando es necesaria, pero cumple muy bien en eso de desaparecer cuando ya no hace falta. Al final solo quedan flashes, fotos, trozos de sonrisas o llantos de dolor, recortes de las noticias de ayer. El resto acaba en la basura, en la papelera de reciclaje, en el vertedero emocional de quien decide vaciar y nunca más recuperar. 
Qué cosas. Hasta lo inimaginable llega. Pero claro, llega cuando llega. Como todo. El principal problema es que lo queremos todo ya. Y no. Solo es cuestión de esperar. 
El alivio y la tranquilidad volvieron a ser sentimientos que me abitan, que deje que me abiten en el cuerpo y en el alma. Ojo no quiere decir que el dolor no siga estando presente. 
El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional. Otra frase que me enseño mi mejor amiga ( es una piba, que a su manera, es muy sabia. Gracias por ser amiga bombón) 
Falta poco.